Cruzarse con Javier, en un pasillo, es cruzarse con la elegancia y la moderación revestidas de medias sonrisas que alegran la jornada. Leer a Javier es comprobar la razón de su elegancia.
Permitidme que me "cuele" en vuestro blog aunque sea así "in extremis" , apenas a unas horas de cerrar el plazo para recibir colaboraciones. Como profesor de lengua española del Instituto Cañada Blanch no podía -y como coordinador de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia no quería- dejar pasar esta oportunidad para agradecer esta iniciativa, ni la amable invitación que recibí para participar en ella.
Festejar una lengua , cualesquiera que ésta sea (y festejarlas todas, por añadidura) es rendir homenaje a la misma esencia del ser humano; de aquí el valor de esta propuesta, su grandeza y su justicia. Las lenguas nos permiten algo tan sencillo y a la par tan esencial como nombrar las cosas que nos rodean, esto es; hacerlas "nuestras", aprehenderlas (o sea, capturarlas). De hecho, algo que no podemos nombrar -que tenemos "descatalogado"- nos es ajeno, no nos pertenece del todo... se nos escapa. Pero hay más , claro , mucho más; cuando nuestra lengua ha "etiquetado" la realidad poniendo nombre a un objeto nos libera del objeto mismo. Desde este mágico momento podemos referirnos a ese objeto sin que esté presente, sin necesitar verlo ni señalarlo con el dedo. Y en ese preciso instante hemos dado el paso definitivo -aunque haya sido sin darnos apenas cuenta- que nos ha permitido desarrollarnos más que cualquier otra especie animal de nuestro planeta; hemos conseguido convertir un objeto físico en un concepto, en una idea que podemos además transmitir (o sea, "compartir" con otros). Y manejar conceptos es exactamente "pensar", y poderlos comunicar a los demás es tener la posibilidad de aprender y de enseñar. Con la magia de las lenguas se ha abierto la puerta al progreso, al avance de la especie... ¿responde esto a mi pregunta inicial del porqué de festejar las lenguas?.
Las lenguas son posiblemente las mayores depositarias de la esencia del Hombre, los más sólidos baluartes de su cultura. El ser humano las crea, y lo hace "a lo que salga", sin planes previos, sin ataduras. Van formándose, creciendo con él y llenándose de sus inquietudes, contradicciones y deseos. Por eso las lenguas no mienten, por eso son tan auténticas, tan humanas. Pero , de otro lado , las lenguas también conforman a los individuos, los "modelan" e influyen notablemente en ellos. Cuando nacemos, la lengua de nuestros padres se nos "impone", aunque sea de forma natural y no dolorosa. Esto implica que el recién llegado entra a formar parte de un grupo humano determinado y diferente de otros con los que no comparte la lengua y a los que "no entiende". Las diferentes lenguas son la manifestación más obvia de las múltiples culturas que han ido desarrollando los diferentes grupos humanos. De aquí la importancia de conocer varias lenguas o , lo que es lo mismo , de compartir , disfrutar y aprovecharse de "poseer" varias culturas, de poder ver el mundo desde muy diferentes perpectivas. Posiblemente no nos hayamos parado nunca a pensar qué gran verdad es cuando decimos popularmente que "Fulanito piensa en inglés" o "Menganito piensa en español". Sí, las lenguas conforman buena parte de nuestro pensamiento. ¿Necesitáis una prueba?. Vamos allá...
Cuando en el mundo hispanohablante nace un bebé decimos :"Jorge ha nacido". Jorge es el objeto de nuestra alegría, el elemento principal de nuestra oración (los profes de Lengua decimos el "sujeto" de la oración). Festejamos al individuo, al que colocamos en primer término. Lo demás está en un segundo plano. Somos así. En la patria del pícaro lo individual prima y el listo es quien consigue quebrar las normas -lo colectivo- sorteando el castigo. Pero si Jorge (o su homólogo George) nace en el mundo anglosajón dirán de él que "George was born". Nuestro Jorge británico (o de dónde sea) será igualmente bienvenido y celebrado, pero el pragmatismo inglés lo pasará a un segundo término de forma inmediata (Jorge "fue nacido" vendría a ser la traducción literal). Se deja ver claramente la importancia de lo que rodea a nuestro Jorge-George. En una sociedad en que lo colectivo es un valor sólido (no tratéis nunca de saltaros una cola en el Reino Unido como solemos ver en España) se ve claramente que el individuo no nace por decisión ni méritos propios, sino gracias a los demás. ¿Sabéis cómo cuenta un alemán (al menos cifras pequeñas)?. Cuando un español dice "veintiuno" coloca primero las decenas y luego las unidades (esto es: veinte + uno). La lengua alemana , que siempre se ha considerado ejemplo de exactitud y lógica (hasta el punto de ser una de las lenguas preferidas por los filósofos) no renuncia esa lógica de la que hace gala, y llama al número 21 "Einundzwanzig" (esto es: ein = uno + und = y + zwanzig = veinte). La lógica alemana se refleja -no podía ser de otra forma- en su lengua; primero las unidades y después las decenas. La lengua es una poderosísima herramienta que refleja con fidelidad el punto de vista de quienes la crean, usan y transforman cada día... a cambio de "condicionar" la forma de entender el mundo de los nuevos hablantes que se unen a ella de continuo. Pero estemos atentos, porque en las cuestiones humanas -y las lenguas lo son- "no es oro todo lo que reluce". Acaso por eso, Napoleón Bonaparte, el Emperador de los franceses, el Hombre de Estado, el general más joven de la historia de Europa, ya nos previno -comentando a Maquiavelo- que la mejor forma (acaso la única ) de doblegar, de conquistar de verdad un país ajeno es imponer allí tu lengua. Y de esta gran verdad , que viene a confirmar la fuerza arrolladora de las lenguas , tenemos sobrados ejemplos en nuestra historia más reciente. Dicho queda, porque todo lo humano parece conllevar la doble condición de poder ser utilizado para bien o para mal.
¿Hacemos un brevísimo resumen?... ¡ La lengua es la cultura! Festejemos las lenguas y estaremos celebrando y reconociendo las culturas; echemos un vistazo a las culturas y estaremos revisando la historia del ser humano y rindiéndole sincero y merecido homenaje.
Javier Arce Argos
Profesor de Lengua Española
Instituto Vicente Cañada Blanch