Autorretrato lingüístico
"Y el Valar cantó, y con su cantó creo el Arda"
J.R.R.Tolkien, Silmarillion.
A vuela pluma, sin pensar y sin reflexionar. Veo esta invitación desde
mi querida y lejana Europa, me invitan a hablar sobre mi lengua. Leo y
los textos, con envidia estilística he de confesar, y constato una vez
más mi pobreza lingüística. Yo me eduqué en una lengua, el español, y
aunque durante mi educación dijeron que me enseñaban una segunda lengua,
nunca fue así. Tuve la suerte de estudiar Filología Hispánica, y la
gramática se volvió algo cercano, del día a día. Y poco a poco, fui
trabajando y me di cuenta de lo importante que era una segunda lengua.
Fui aprendiendo, más por mi cuenta que otra cosa, como siempre porque yo
soy una víctima de la EGB, esa que tantos recuerdan con nostalgia y
condenaba a los diferentes; ahora, puedo hablar en dos y chapurrear
otra. Durante mi fiel monolingüismo, flirtee con varias lenguas,
francés, catalán… Pero hay una que me llamó y me llama fuertemente la
atención: el árabe. Esa lengua escrita ha nacido para la poesía y el
arte; creo que ha sido una verdadera suerte poder entender la superficie
de esa lengua. Imagino que con los años volveré, porque nunca fui muy
fiel a la lengua.
Desde la atalaya de la paternidad, miro con verdadera envidia a mis
hijos que son bilingües y van a por su tercera lengua, que, aunque ellos
a veces lo olvidan, es su cuarta. Mi trabajo es enseñar a hablar en
otra lengua y mi verdadera intención es conseguir que mis estudiantes
sueñen en español. Mirando, oyendo, aprendiendo y enseñando he pasado
los últimos doce años y mi lengua no para de buscar. Espero que nunca se
canse y seamos fielmente infieles hasta el final.
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