Nací bastante al norte del sur, en un lugar, algunos dicen
que mágico, dónde a lo largo del tiempo poetas, escritores y trovadores se han encontrado. Algunos los conoceréis por
Mágina o Bétula, y eso os delatará como buenos lectores, pero si lo buscáis en
un mapa, quizás lo encontréis como Úbeda.
Crecí en la falsa intuición de que lo que escuchábamos era
un acento neutro, mucho más cercano a aquella maravilla descrita en el libro de
lengua como “acento castellano” que aquel vergonzante seseo que estaba a sólo 9
kilómetros del que las viejas se mofaban sentadas en sillas de enea. Esta falsa
creencia se vio sustentada en la comparación de aquellos, a veces
ininteligibles mensajes que articulaban mi familia de un lugar perdido entre la
Alpujarra y la playa. Pero poco a poco descubrí que poco neutro era nuestro
hablar, lleno de un “ronquio” al pronunciar la jota como un quejío atávico de una tierra muchas veces
maltratada.
Primero por obligación, y no sin pocas lágrimas, empecé a
estudiar la lengua de la pérfida Albión. Odiaba el sin sentido de los verbos
irregulares y los no menos irregulares phrasal verbs y soñaba el día en el que
me librara de aquella tortura. Pero primero se hundió un barco en una película
y poco después llegó un chico mago, y un grupo de insectos musicales que habían
cambiado la historia y el odio se transformó, como en una buena novela, en un
amor. Y es que lo pone en un papel de la universidad: “Filóloga”, enamorada de
la lengua. Pero no penséis que este es el final
de la historia, porque quedan subtramas escondidas, pequeños idilios y
algún drama, con idiomas reales y algún que otro inventado… porque filóloga
seré, pero filóloga curiosa ante todo.
Y no hace mucho cogí, como uno de aquellos poetas del
principio del retrato, un tren que iba hacía el norte… pero bastante más al
norte que él, y ahora vivo en un lugar que me confirma que no es neutro mi
acento, aunque si os sirve de consuelo, el suyo tampoco lo es y dónde hay
palabras que son diferentes pero que significan lo mismo. ¡Y quien nos iba a
decir que un idioma que es el mismo puede ser tan diferente!
PD: Si no me creéis, pensad que Antonio Muñoz Molina y Joaquín Sabina nacieron en Úbeda, y poetas como Machado y Juan de Yepes pasearon por sus calles
Precioso autorretrato enviado por@vimpela
¡Gracias!
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