Le pido a Tere Plana, la Tere, porque parla en catalán, un autorretrato lingüítico y ella nos va llevando de una lengua aotra, de un autor a otro.
Como,
the times are changing, y yo quiero estar libre de toda atadura cuando sea lo
del cambio: ¡ya! Se me ha pasado por la cabecita (que es cabezota) hacer un
breve alegato (los elogios se los dejo a otros) de la cosa de la lectura.
¡Anda!
Mira tú que el blog ande va a ir demanda un “autorretrato”.
Pues
mirad por donde ¡Nor! Va a ser que ¡nor! Que estoy con unos pelos que ni salgo.
Hala
pues, jóvenes y jóvenas:
A mi
izquierda un libro amarillo –Kluge. La azarosa construcción de la mente
humana-. Promete, como saben los del marketing que la lectura, como toda
comida, entra por los ojos.
A mi
derecha, un libro electrónico. Suena grandilocuente, ¿eh? Pues esta vez también
va a ser que ¡no! Poco peso, poco precio, poco bulto, lo recuerda todo durante
muchos días, semanas y en caso de no abrirlo, meses. Que uno o una puede,
incluso, no querer leer.
Decirlo
no está bien ¡comportaos! Pero hacedlo, dejad de leer cuando a vuestro lado
haya nenes y nenas de cualquier edad a quienes queráis o sin querer –que tampoco
hay que querer a todo el mundo- queráis que no vean la lectura como un
secuestrador maligno que no suelta su presa bajo condición alguna.
Ahora
no se quien era, pero era pintor de los buenos, sería Miró o Picasso. El sí me
hizo el retrato, retrato lector y de altera gustos.
Pablo
Picasso
Yo no
me recuerdo leyendo desde temprana edad, no. Yo me recuerdo jugando con tierra
haciendo surcos en medio de la calle –sin asfaltar, of course-, como caminitos
para “bolas” –muchos años después supe que eran canicas-, caminos estrechos,
poco profundos, con curvas y muy largos (no sabéis –o sí- como cuesta cavar sin
pala).
Mujer en azul sentada
en un sillón.
Pablo Picassso. 1949.
Colección privada, Nueva York
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Pero el
caso es que debí leer y debí continuar leyendo y un día, a los 16 años me
dejaron un libro: Flush y recuerdo al perro a los pies de la joven enferma,
supongo que la joven enferma –que pertenecía a la aristocracia inglesa- leía y
yo seguí sus pasos –todos no- y leí lo que afirma Alicia sobre los juegos que
no le gustan, lo que nos explica el Principito sobre lo importantes que son las
esperas, lo del ojo del Gran Hermano que siempre vigila, supe todo lo que había
en un Cajón de sastre, vi a un joven bajo la lluvia seguir los pasos de otro
joven de sexo diferente y era una nivola –gente rara había ya y también-.[1]
Recuerdo
los tipos de lecturas por los colores de los lomos de los libros. Cuando me
tira la melancolía, si leo –que, os recuerdo, no es obligatorio-, son los de
los lomos de colores (paso un rato con Jeeves o me voy a la primera agencia de
detectives de África, puedo visitar al hermano de Lawrence con sus animales o
me voy al British Museum que se hunde, como el resto de los mundos).[2]
Si me
siento listilla y quiero fardar, voy a por los negros y allí me espera desde
hace más de una década la postmodernidad, el Marina de los náufragos, Onfray y
su no Dios y otro autor que me gusta aunque a veces se me escapa. No entiendo su
surname y es que algunos, por hacerse los interesantes, son capaces de mantener
su apellido, con lo fácil que resulta hacerlo fácil tirando de avatar.[3]
Lo de
las entendederas me pasaba también con el cura de todas las religiones,
altrament dit: Raimon Pannikar (Raimundo Pániker, originariamente Ramon
Pániquer –esto sí que son lots of problems con la identity y no lo de ara amb
el dret a decidir-), recuerdo con páni-CO sus Ensayos retroproyectivos, si
pudiera gritaría hasta que me oyera por muy lejos que esté: ¡NO ENTIENDO NADA!
A mí lo
que me gusta, lo que verdaderamente me gusta es HABLAR, pero para hablar uno
debe saber qué quiere decir o, al menos, cómo juntar las palabra para que
aunque no signifiquen gran cosa podamos medioexplicar si queremos, lo que
queremos, cómo lo queremos, dónde y cuándo lo queramos.
Y es
que esto del leer, como casi todo en esta vida, va de querer o no querer.
Bonita
frase para acabar, pero no quisiera engañar-OS, jóvenes y jóvenas que pasaréis
por aquí quasiempujados:
Esto
del leer es, como casi todo en esta vida, cuestión de PODER.
#sesiente
[1] Flush (Virginia Woolf), Alicia en el país de las
maravillas (Lewis Carroll), El Principito (Antoine de Saint Exupéry), 1984
(George Orwell), Cajón de sastre (Camilo José Cela), Niebla (Miguel de
Unamuno),
[2] Jeeves –varios títulos- (P. G. Wodehouse), La caída
del Museo Británico (David Lodge), Las lágrimas de la jirafa (Alexandre McCall
Smith), Mi família y otros animales (Gerald Russell).
¡Excelente, Tere, impresionado me has...!
ResponderEliminarSe te echa de menos.