Como su apellido, así es Jesús Alegría. Su pluma es ágil pero muy precisa, envolvente y sugerente, maestra en el uso de los vocablos y en la precisión del orden de los mismos. Comprobadlo por vosotros mismos.
En nuestro Instituto, es el jefe de Departamento de Francés. Si tuviéramos que poner un titular quizás sería el de LA LENGUA: UN PLACER.
Nací en Barcelona, procedo de una familia de habla castellana y fui al Liceo Francés. Nunca olvidaré mi primera clase, a los 5 años, en que una señora muy amable me dijo “le m et le a ça fait ma, le m, le a et le n ça fait man, maman“. Mamá fue mi primera palabra en francés. Me estoy refiriendo a los años 50. En los 60 y 70 el ambiente en Barcelona estaba caldeado. La conciencia política ya se exteriorizaba sin miedos y los estudiantes mostraban sus exigencias. En Cataluña, una de las reivindicaciones era el uso del catalán, prohibido en la escuela e instituciones. La Universidad Autónoma de Barcelona, donde estudié filología clásica y filología hispánica, era un foco de catalanismo en el que, al margen de la ley, la mayor parte de las clases se impartían en catalán. Un punto reacio por mi educación francesa y mi propia familia a las llamadas “lenguas regionales”, descubrí a partir del afecto los sonidos del catalán en cuyo estudio me sumergí entusiasmado. Busqué mis relaciones entre personas de intereses parejos a los míos y hallé el placer de comparar y contrastar las tres lenguas en las que me expresaba con fluidez. Por aquel entonces ya había comprendido que las lenguas no se compartimentan en categorías y que ninguna de ellas es más importante que otra.
En los años 80 decidí aprender un idioma de características diferentes a las de las lenguas románicas. Me pareció que el alemán podía ajustarse a mi idea del orden. Y así fue como su estudio me llevó, ayudado por mi educación cartesiana, a reflexionar de una manera más racional en las estructuras idiomáticas y en que en las lenguas nada se debe al azar. Sin embargo, también sentí que las lenguas, como las personas, pueden ser gratas o ingratas, próximas o distantes. Las hay, generosas, que te dan lo que pides o aún más y las hay que sólo te complacen con cuentagotas transformando el desafío de su aprendizaje en un reto todavía mayor. Para paliar un cierto desasosiego me lancé al estudio del italiano. Pero no me involucré en su discurso como habría querido. Resolvía sus planteamientos lingüísticos con suma facilidad y no hallaba estímulos que me empujaran a seguir adelante. Lo dejé en suspenso. Es una asignatura pendiente que recuperaré dentro de pocos años cuando disponga para mí de todo mi tiempo. En los 90 – he ido aprendiendo un idioma por década- opté por la lengua portuguesa que aprendí con infinito placer. Su estudio me abrió un sinfín de ventanas a nuevos sonidos, palabras, gestos, músicas y mundos maravillosos. En 2005 me enteré de la posibilidad de trabajar como profesor en el exterior y también de que había un instituto en Londres donde podría dar clases. Decidí aprender inglés y lo hice, yo solo, con un ordenador –y por el espacio de un año-, siguiendo una metodología moderna.
Me gustan las lenguas por sus sonidos. Me fascina oír como suenan las vocales y las consonantes en los distintos idiomas que he ido aprendiendo. Me encantan las palabras y su disposición en las frases. Observo maravillado la función de los casos en las lenguas que se declinan. Me entusiasman las gramáticas, las distintas percepciones de la realidad y su interpretación a través de las palabras. Estoy enamorado de las lenguas porque me permiten relacionarme con los demás pero también porque puedo disfrutar de ellas solo y por mi cuenta. En mi larga trayectoria docente he impartido en el instituto clases de francés, castellano, catalán, alemán, portugués, latín y griego clásico. También he dado clases de teoría y práctica de la traducción del francés y del catalán al castellano en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Jesús Alegría
Catedrático de francés
¡Enhorabuena, Jesús, por la pasión con la que has vivido y nos cuentas tus experiencias con las lenguas!
ResponderEliminarEsta frase que tú dices:"Por aquel entonces ya había comprendido que las lenguas no se compartimentan en categorías y que ninguna de ellas es más importante que otra" ha sido mi caballo de batalla en clase. Espero que el habernos asomado a este blog y participado en sus actividades, haya cambiado la percepción de mis alumnos sobre ese tema.
Un afectuoso saludo.